Hasta hoy mismo, esta era mi moto, la Kawasaki ZZR-1100. Era (es) muy bonita y elegante y además, corria como la que más (cuando la compré, era la más rápida del mundo, en 2.3 segundos se ponía a cien por hora).
Hace unos días, justo cuando tenia que ir a ver el Madrid-Barça (que por cierto, le pese a quien le pese, ganamos 0-2), dijo que ya no podia mas.
Ha estado conmigo más de 20 años y aunque a tenido sus cosas, nunca me ha decepcionado. Siempre ha respondido como el primer día, dispuesta a darme incluso más de lo que yo le he exigido.
No me sabe mal reconocer que cuando esta tarde la grúa se la ha llevado de mi lado, he sentido una profunda tristeza, incluso he llorado de pena. Me la he quedado mirando, profundamente consternado, despidiendome interiormente de ella mientras veia como la grúa se alejaba. Se dice pronto, pero 20 años son muchos y su historia, que no te voy a contar ahora, contiene muchos recuerdos para mi.
Antes que ella, tuve a su hermana pequeña, la ZZR-600. Un día, cuando la llevé a la revisión, ví a su hermana mayor y no lo dudé, me la compré, aunque reconozco que mi situación personal me empujo a ello. Perdí mucho dinero en el cambio pues no hacia ni un año que tenia la pequeña, pero me di el gusto, en esos dias necesitaba un fuerte estímulo.
No creo que vuelva a tener una moto igual, aunque es muy probable que me compre otra. Llevo conduciendo moto desde los 18 y aunque de eso hace ya mucho tiempo, conducir una moto es un placer, por eso, espero poder volver a tener una moto nueva pronto. De momento voy a disfrutar del coche, que esta al caer.